Esta tarde, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, impuso una serie de condicionamientos para destinar un nuevo paquete de ayuda a las automotrices General Motors y Chrysler, que de hecho ya han recibido un montón de guita y aun así están en la lona.
No pude evitar la asociación con la película Gran Torino, que dirigió y protagonizó el fantástico Clint Eastwood. No sé si la viste, pero Eastwood interpreta a Walt Kowalski, un anciano que se jubiló como operario de la Ford. Guarda como joya un impecable Gran Torino modelo 1972 y reniega de uno de sus hijos, que maneja una camioneta último modelo japonesa.
Claro que este no es el nudo del film, pero forma parte del mundo de relaciones que Eastwood construye y refleja el contraste cultural que bien podría traspolarse a la situación que hoy viven las automotrices de Estados Unidos.
Es decir, se quedaron en un pasado glorioso que las aisló de una manera tal que, crisis financiera mediante, no están ahora en condiciones de competir a nivel internacional ni de reconvertir sus procesos tecnológicos para producir vehículos modernos, compactos, de menor gasto y más amigables con el medio ambiente.
Da la impresión de que, además de no querer seguir pagando el costo de tirar plata a un barril sin fondo, Obama pretende profundizar el cambio de paradigma en la industria automotriz estadounidense, que a su vez podría consolidar (después, claro, de muuuuuchos años), nuevos sistemas y modelos sustentables.
El economista Jeffrey Sachs, del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, hace meses que se hace autobombo con la necesidad de avanzar hacia un nuevo esquema económico global que necesariamente ligue las decisiones económicas con los procesos que bajo o nulo impacto en el medio ambiente. Es cierto que ese pensamiento lleva impresa una fuerte cuota de marketing que generar una corriente de pensamiento positiva hacia Obama y sus asesores, pero es posible que también nos esté mostrando una de las megatendencias de una industria tan sensible como la automotriz. Espero vivir para verla.
lunes, 30 de marzo de 2009
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